El SILENCIO de DIOS

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Published 2022-10-21
Esta es la historia de un hombre muy devoto a Dios, iba regularmente a la iglesia, donde como de costumbre se sentaba en una de las bancas para pedirle a Dios por su familia, amigos y vecinos.

El hombre no podía evitar lamentar el dolor de Jesús cuando veía su figura en la cruz, lo llenaba de dolor verlo ahí y uno de sus deseos era poder hacer algo.

Así que un día decidió pedirle a Dios poder cambiar de lugar con Jesús en la cruz para aliviar su sufrimiento.

Después de expresar su petición, Jesús abrió los ojos y le dijo:

- Accederé a tu deseo con una condición.

El hombre respondió:

- ¿Cuál condición, señor? Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ti, por importa lo difícil que sea.

Entonces Jesús le explicó:

- No importa lo que veas o escuches, debes permanecer siempre en silencio.

El hombre aceptó y se efectuó el cambio sin que nadie de los que visitaba la iglesia notara la diferencia, el hombre cumplía fielmente con el compromiso que había hecho con Jesús, no pronunció ni una palabra.

Un día un hombre rico entró a la pequeña iglesia para rezar, mientras lo hacía su billetera calló de su bolsillo por accidente y el hombre rico se fue de la iglesia sin ella, el hombre en la cruz sí lo notó, pero debía cumplir con su promesa con Dios así que permaneció en silencio.

Mas tarde entró un hombre pobre, vio la billetera y cuando se dio cuenta de que ya su dueño no estaba en la iglesia se la llevó.

Un rato después entro a la iglesia un joven, se sentó en el mismo lugar que habían ocupado los otros dos hombres y se dispuso a pedirle a Dios su bendición para un viaje que emprendería ese mismo día, pero no pudo terminar, el hombre rico volvió a la iglesia en busca de su billetera y al darse cuenta de que no estaba pensó que el joven la había tomado, asi que le dijo al joven acusadoramente:

- ¡Robaste mi billetera, devuélvemela!

El joven le dijo asustado al hombre:

- ¡Yo no he robado nada señor, no tengo su billetera!

El hombre rico no le creía, así que le insistió y el joven seguía asegurándole que él no la había tomado, pero esto en vez de calmar al hombre lo enfureció y se lanzó contra el joven, pero, antes de que pudiera hacerle algún daño una fuerte voz dijo:

- ¡Deténgase! Ese joven no ha robado nada.

Ambos miraron hacía arriba asombrados, el hombre en la cruz no había podido mantener la promesa con Dios y no había guardado silencio.

El hombre rico dejó tranquilo al joven y salió de la iglesia y el joven salió deprisa para emprender su viaje, cuando la iglesia se quedó sola, Cristo se dirigió al hombre en la cruz:

- No has cumplido tu promesa, no has sabido guardar silencio, no puedes ocupar mi lugar.

El hombre respondió disgustado:

- ¡No podía mantenerme callado! ¿Cómo puedes permitir esa injusticia?

Entonces Cristo le explicó al hombre:

- Aquel hombre rico llevaba en su billetera el dinero que pagaría la inocencia de una joven, mientras que el hombre pobre utilizó ese dinero para llevar el pan a su familia y aquel joven al que iban a golpear sufriría heridas que no le permitirían embarcarse a un viaje que lo conducirá a su trágico final. Tú no sabias nada de esto, yo sí, por eso me mantengo en silencio.

A menudo pensamos que Dios nos ignora o que no nos escucha porque esperamos que él nos responda con palabras, pero eso no sucederá, Dios obra de maneras distintas, él sabe qué es lo mejor para ti y cuando es que debe suceder, el tiempo de Dios es perfecto.

Narración: Liliana Gonzalez

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Música:
Kevin MacLeod (incompetech.com)
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